El gusto por los materiales en el arte chino


Junto a este sentido conceptual de las obras plásticas y literarias, el arte chino se ha recreado a lo largo de su historia en los materiales. Con ellos se han creado objetos para los ritos (bronce, jade, cerámica), objetos diseñados para embellecer la vida cotidiana (cerámica, laca, seda, madera) y grandes obras destinadas a perpetuar un sistema social tanto en el presente como en las vidas posteriores (escultura, arquitectura, cerámica).

Algunos de estos materiales mencionados se desarrollaron de una manera casi única en un contexto histórico determinado, mientras que otros se adoptaron a nuevos usos y formas. Así observamos que el bronce y el jade son característicos de las dinastías Shang y Zhou, ligados siempre al ritual y a la representación social.

La laca y la seda coinciden en asociarse con el momento histórico de expansión política y cultural del imperio chino durante la dinastía Han (206 a. C.- 220 d.C.), siendo también los primeros materiales sobre los que se diseña pensando únicamente en la belleza del objeto y no en su uso ritual.

A partir del reinado de Qin Shi Huang (220-206 a. C.) la cerámica, cuyas primeras formas aparecieron en el Neolítico sirviendo en muchos casos de referencia a las formas en bronce, adquiere un mayor valor al realizarse con ella la reproducción del gran ejército imperial con el que el emperador quiso proteger bajo tierra su mausoleo.

A partir de entonces, la cerámica (arcilla, terracota, gres y porcelana) se vuelve, gracias a la capacidad de organización laboral de los centros alfareros, las innovaciones técnicas y la habilidad de los artesanos en el material más versátil y polisemántico de todos.

Desde la sencillez del barro cocido y pintado el alfarero chino ha sido capaz mediante la aplicación de vidriados y técnicas decorativas y el control de la cocción una inmensa variedad formal y tipológica, capaz de satisfacer todos los gustos y necesidades.

Los ajuares funerarios impulsaron el desarrollo cerámico al demandar la reproducción en cerámica de los bienes y personas que habían acompañado al difunto.

La carestía de otros materiales (bronce, jade), hizo que a través de los barnices se intentará buscar los efectos cromáticos y plásticos de otros materiales. Así el barniz de óxido de hierro tratado en atmósfera reductora, producía una gama cromática del verde-oliva al azul lavanda con la que se pretendía imitar el aspecto del jade. Esta técnica decorativa conocida en China desde la Dinastía Han perduró hasta el siglo XX, siendo rebautizado el color verde de estas piezas por los europeos con el nombre de celadón.

Las piezas en cerámica funerarias encontraron en la Dinastía Tang su mejor expresión con la aplicación, mediante inmersión y goteo, de tres colores o sancai.

En la Dinastía Song, se transformaron totalmente los usos y las formas de la cerámica. El conocimiento desde el siglo X del caolín -ingrediente necesario para conseguir la porcelana- junto con el desarrollo económico de esta dinastía y la búsqueda de una mayor exquisitez en el diseño de los objetos cotidianos por parte de la clase letrada, permitió la aparición de nuevos tipos cerámicos. Así se diferenciaban los productos destinados a uso imperial, frente aquellos solicitados por los letrados, los comerciantes y las comunidades monásticas.

El cambio del siglo XIII se vio reflejado en el campo artístico en su industrialización y su distribución en el exterior del país. El tipo cerámico azul y blanco, es el más característico de esta transformación, siendo sinónimo de él el nuevo repertorio iconográfico y el paulatino cambio en su distribución y concepción espacial que afectaría a todos los materiales.

La última dinastía mostró al mundo un gusto por la ornamentación, la exuberancia técnica y el alarde formal, en una variedad de formas y materiales, que reflejaban el nuevo gusto y estética de la Dinastía Manchú.

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